04 octubre 2011


Sabemos que en cada manzana de cada barrio de cada ciudad de este país hay un "chino". También sabemos que son muy trabajadores y constantes, que nos dan unos servicios a los que no estábamos acostumbrados, y que tienen una especie de amnistía fiscal cuando se instalan, pero cuidado, cuidado con la inmersión lingüística, que el chino no es el catalán, un idioma muy musical y que medio se entiende. El sábado pasado, después de cenar en un restaurante chino del centro de Madrid -por cierto, buenísimo-, al pedir la cuenta nos traen este papel, que bien podría estar escrito en chino o simplemente que el dueño tuviera parkinson. Menos mal que como se trataba de cobrar, fueron tan amables de traducirlo. ¿Que qué cenamos? Bueno cenamos, cenamos..., pero estaba buenísimo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Helado hubo y vino también, ¿qué más necesitas?