24 octubre 2011


Un día alguien encargaba que se grabase un "no te olvida" sobre el mármol con el que se iban a cubrir los restos aún calientes de un ser querido. Lentamente se sucedieron los días, se secaron las lágrimas, se dejaron de oír los gemidos y años después, muchos años después, anda rodando por el cementerio un trozo de aquella eterna promesa grabada con lágrimas sobre la dura y blanca piedra. Ahora ya no hay nadie que olvidar y nadie que olvide; sólo queda la rota y triste huella de lo que fue otro desconsuelo. Me quedo con el trozo de mármol para que no se me olvide el olvido, para que no se me olvide que la eternidad no nos corresponde.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que presuntuoso pensar en quu la eternidad se fije en nosotros. Como hablar de algo infinito frente a algo tan finito, fácilmente terminable. Lo mejor es "olvidarse " de la eternidad. Vamos a centrarnos en este estupendo día lluvioso donde el autor de este blog "sigue entre nosotros"...

Jose