28 mayo 2013

Hacía mucho tiempo que no montaba en un transporte público. Este era el autobús 64 de Barcelona subiendo la calle Aribau hasta Laforja y sería sobre la una de la tarde del sábado pasado. La verdad es que se respiraba cierta tensión, o quizá era simple indiferencia de unos con los otros. Éramos como mundos separados y desconectados, cada cual con lo suyo y cada quien en su espacio y pensamiento: ni una mirada entre nosotros, ni una sonrisa, ni un gesto de complicidad aunque fuese para agradecer el habernos cruzado en un punto irrepetible dentro de la eternidad; nada de nada y con esa nada me quedé al bajarme más allá de esta triste imagen para el recuerdo con los seres objeto que me acompañaron.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Viajas más que la Piquer.