29 agosto 2013



SOBRE “ORQUESTA JAROCHA
Del grupo Mono Blanco

Con “Orquesta Jarocha”, su último disco, el grupo veracruzano Mono Blanco recupera su sonido más tradicional, aquel con el que junto a Arcadio Hidalgo iniciaron hace ya más de treinta y cinco años su andadura musical. Pero sonido tradicional no significa sonido del pasado, como en determinados momentos ha podido entenderse; sonido tradicional es el sonido de siempre renovado perpetuamente, es el único sonido que existe pero hecho realidad cada vez que alguien lo expresa y lo vive como original. Ya no está la voz desgarrada y seca de Don Arcadio, pero ahora le “contestan”, desde el mismo lugar, la dulce y segura voz de Gisela Farías o las sonoras manos de Octavio Vega entresacando de sus cuerdas los más bellos y puros sonidos tuxtla. Y como cuando uno mira una fotografía y siente que aquello que vemos en ella no es la realidad, o al menos toda la realidad que habíamos sentido, así, en este disco de Mono Blanco, tan vivo, tan espontáneo, tan sin término, sentimos que la música jarocha que nos presentan no es tanto un resultado fijo de sonidos y compases ya sabidos, como un proceso incierto de búsqueda, de ahí que, como en la fotografía, en este disco nos sirva todo, hasta los ojos cerrados de alguno, porque no es el resultado final lo que nos interesa, sino el camino que nos llevó a ese resultado. Oyendo las voces de Gisela e Iván contrapunteándose, sentimos que su música, más que quedar encerrada en una grabación fija –y por tanto con algo de yerta-, es una música que se escapa, que huye de esa cárcel estereotipada que es una grabación dejándolo todo pendiente del que quiera oírla como propia para completarla.
Pero hablando de tradición, una de las características que más nos han impresionado y gustado de este disco es que se ha conseguido una gran cohesión del grupo en detrimento de las individualidades. Por ejemplo, la voz de Gilberto Gutiérrez,  tan trascendente y vital en otras grabaciones, ha pasado a teñirse de grupo, se ha convertido en una voz más porque lo importante del Jarocho no es la individualidad, es el alma de la comunidad, es el sentimiento propio compartido con el grupo. Oyendo “Orquesta jarocha” uno se siente arrastrado en el cauce vivo de ese río que es el Jarocho, donde más que música, más que baile y zapateado, más que canto y fiesta o más que arte lo que hay es vida en común, alma de una cultura y de un tiempo, eternos.

Juan Ballester


Pollos by Grupo Mono Blanco on Grooveshark

2 comentarios:

Juan Pascoe dijo...

Concuerdo con todo aquello, Ballester; podría añadir el aspecto poético de la orquesta: porque el disco es también algo así como un libro de poemas, con individualidad, tono, métrica, universalidad, historia y también modernidad; cada son, por conocido que sea, es un cuadro/poema distinto que se puede volver a escuchar vez tras vez; pasan las semanas y los meses y siempre se escucha con atención, jamás con fastidio.

Lacaze Zara dijo...
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