02 diciembre 2013

Fue uno de esos momentos en los que sientes imponerse a la naturaleza con su fuerza original, con su belleza extrema, con su inapelable perfección. De todo aquel momento quedan esta imagen almibarada y mi recuerdo emocionado, pero por encima de todo la luminosa y eterna voz inolvidable de Tomás Segovia.

Ahora que me releo, qué cursi y qué malo soy escribiendo. Y qué peligroso escribir delante de una imagen a las seis y media de la mañana. En fin, en verde lo que añado ahora y en rojo los adjetivos que SOBRAN.

No hay comentarios: