Más recuerdos acumulados: una foto de principios de los ochenta. Y ya sesentón y cansado, te miras en esa imagen y no te reconoces. O quizá lo que te sucede es que no puedes ya reconocer la nada en la que has vivido enmascarado, en la imagen fija de alguien que nunca existió nada más que en tu imaginación.
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