18 abril 2015

Eran cerca de las nueve de la noche, esa hora crepuscular en donde el día recoge lentamente sus cosas para irse a descansar. Mientras, los dos amigos caminaban despacio, no tenían prisa, se distraían con esto y con aquello esperando la hora de su cita. Por lo alto se oía una especie de silencio armónico, el mundo parecía hermanarse con sus ánimos y finalmente comprenderlos.

Foto: Juan Ballester

2 comentarios:

Luz Orihuela dijo...

Ese hermanamiento tiene mucho que ver con el crepúsculo, también llamado lubricán. La hora del lubricán es la hora en la que un lobo y un perro se confunden en el horizonte; de ahí la palabra lubricán (de lupus, lobo y canis, perro).

Cabopá dijo...

Interesante ese "silencio armónico"
Magnifica foto.
Besicos murcianos