20 abril 2015


Volvíamos de haber estado todo el día en Cayo Levantado y atravesábamos, al anochecer, los palmerales que hay por Monte Plata en dirección a Santo Domingo. Íbamos todos cansados, felices, aunque callados y algo meditabundos. Sucedió muy rápido, por unos breves instantes, pero indudablemente se trataba de uno de esos momentos mágicos que te ofrece la vida y en los que, empequeñecido, te sientes acogido por la inmensidad del mundo, por su antigua belleza materna, por un tiempo remoto en el que no te reconoces pero al que aspiras llegar.

Tiempo y Silencio by Césaria Évora/Pedro Guerra on Grooveshark

2 comentarios:

Nadezhda Petkova Kostadinova dijo...

Tal vez deberíamos de llegar a un lugar cómo este, en el momento adecuado, para darnos cuenta de que todo lo que nos rodea es mucho más sencillo de que lo hacemos parecer nosotros.

Anónimo dijo...

Hola, soy Pepe,

Me acabo de enterar, por un amigo común, de que estabas de regreso.

Me alegro mucho retomaré mi hábito de desayunarme con tu foto, tu comentario, con lo que sea que publiques.

Bienvanido y me algro.

Pepe Martínez Acosta