Iba cargado de bolsas de compra y caminaba deprisa, pero al llegar a ese banco las dejó, encendió un cigarro e hizo una llamada. Mi primera reacción al verlo vestido y acicalado de esa guisa fue la de criticarlo, la de juzgarlo desde mi óptica de hombre acomplejado y estrecho; incluso el hecho de querer tomar su imagen ya denotaba una cierta perplejidad ante el modelo, pero esta mañana, al mirar la foto y reflexionar sobre ella, todo ha cambiado: no dejo de reconocer y de sentir cierta envidia por su libertad, por su tiempo, por su cigarro en medio del camino.
1 comentario:
Buenos días.
Los prejuicios son malos consejeros.
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