30 octubre 2015


Recojo mi coche que tenía aparcado en una calle de Cartagena y al empezar a circular un papel sujeto al limpiaparabrisas comienza a golpear ritmicamente sobre el cristal. Una multa -pensé en un primer momento-, por lo que paré el coche para mirarla y recogerla. Afortunadamente no era una multa, sino más bien lo que parecía ser un consuelo. Por fin encontraba el posible remedio a casi todos mis males actuales: mala suerte, mal de ojo, pérdida de amarres, impotencia sexual, pérdida de clientes, depresión... Esta noche tengo cita con el maestro Diaby; mañana os cuento, si es que cuento.

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