24 octubre 2015


Y un poco más adelante en mi paseo de nuevo mi otro amigo, o lo que queda de él. Ya está seco, más aplastado y negruzco, como un cuero viejo enmohecido. Al golpearlo con la punta del pie se movió de sitio y el azar lo convirtió en arte contemporáneo. Solo falta un crítico que lo avale, un galerista que lo presente y un pedante que lo admire -y lo pague-.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos días.

No faltaría el pedante.