27 diciembre 2015


En el año 70, cuando comencé a hacer fotos, fotografiar una rosa era algo casi prohibido en el mundillo del "arte fotográfico" pues, aparte de tratarse de un tema blando y demasiado estético, resultaba tremendamente cursi. El viernes pasado, es decir, cuarenta y cinco años después, mientras paseaba al atardecer por la Ciudad del Aire, vi esta rosa roja sobresalir de una verja y no pude dejar de fotografiarla y además en color. ¿Qué ha pasado entonces? ¿Quién ha claudicado pues? Quizá sea todo demasiado complejo como para encontrarle al hecho una razón más o menos directa y certera, pero acaso no haya pasado nada, ni claudicado nadie; quizá lo que haya sucedido es que finalmente uno termina descubriendo que ni épocas, ni estilos, ni tendencias existen de verdad, que solo la rosa y su eterna belleza son la realidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos días.

¿No será que lo cursi está sólo en la mente del que mira?