15 diciembre 2015


Los dos extremos de un mismo error se dan cita actualmente en sendas exposiciones en Madrid: Ingres en El Prado y Pierre Bonnard en la Fundación Mapfre. Y este error no es otro más que entender el arte como un mero ejercicio estético y como expresión de un tiempo determinado. Claro que exponer a Ingres nada menos que en el Museo del Prado, junto a Velázquez, Tiziano o Murillo, es una auténtica maldad y a poco que el espectador más avezado se deje los prejuicios en la puerta se dará cuenta del sinsentido que resulta querer resucitar una época simplemente a través de un estilo. Así pues, si por un lado Ingres venía ingenuamente a rellenar el vacío de la pintura renacentista francesa, por otro Bonnard, ya en el XX, era una nueva víctima del incipiente mundo de los ismos y se entregaba al influjo de lo fotográfico y del simple expresionismo estético. Viendo su exposición actual de Madrid resulta patético comprobar sus requiebros estéticos, intentando con ello aparecer como el más original y novedoso de los pintores de su tiempo.

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