Vista así,a los lejos, brumosa e iluminada parcialmente por unos rayos del sol, la ciudad adquiere otra dimensión y otra presencia. Se percibe entonces como un espacio en el que gentes, lugares y vivencias conviven en un mismo tiempo y uno se ve de niño caminando solo por sus estrechos y húmedos callejones, mientras se abstrae sobre la piedra que va pateando.
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