31 enero 2016


Mirella, dominicana de la Playa Caracoles en la Bahía de Ocoa. Veinticuatro horas desde mi llegada y de nuevo voy cogiéndole el pulso al país, a su gente, a su modo de vida, a su ritmo, a su tiempo sin tiempo. Es todo tan distinto y enfrentado a nuestra forma de entender la vida, que uno no puede dejar de embelesarse a cada rincón que mire o de empequeñecerse ante cada mirada que se cruce.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos días.

Esos ojos parecen capaces de leerte el alma.