16 marzo 2016


Cuando me cruzo con alguien que va hablando, o cuando escucho alguna conversación -como la que tenían estas chicas en la carpa para fumadores de la cafetería La Toga, junto a la universidad-, no sé por qué, pero hago por oírla y por retenerla. No es, como pudiera pensarse, por cotilleo o por interés alguno en saber lo que hablan; es, creo, porque desde hace algún tiempo individualizo y analizo todo lo que me rodea, lo que por azar se cruza en mi camino. Y esos momentos son como restos arqueológicos de mi vida, como si desde un futuro más o menos lejano alguien estuviese desentrañando las huellas de uno de sus antepasados, de uno cualquiera de ellos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos días.

¡Curiosón!