13 marzo 2016


Un trabajador haitiano cruza en su caballo el río Artibonito -frontera natural entre Haití y República Dominicana- en dirección hacia una zona neutral que existe entre ambos países. Al terminar de cruzarlo pasó por mi lado y sin pararse y sin dejar de sonreírme me dirigió unas palabras que no entendí. Iba bastante borracho, por lo que cabalgaba con movimientos torpes y se le notaba la boca pastosa y los ojos brillantes. Siguió su camino sin detenerse, pero por unos segundos y mientras que se alejaba giró su cabeza para seguir fijando su mirada en la mía. Aún recuerdo la imagen de su rostro huesudo y descompuesto y la de aquellos ojos hundidos que me miraban desde muy lejos, perdiéndose en el espacio y en el tiempo.

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