Y es que pasar por debajo del castillo al atardecer, cuando los últimos rayos del sol perfilan su silueta, es siempre un momento emocionante y proclive a la imaginación. A mi me hace fantasear sobre historias y acontecimientos supuestos o reales allí ocurridos, como la de aquel día de marzo de 1004 en el que el joven Táriq subía corriendo y con la respiración jadeante porque se le había hecho tarde para darle el relevo en el puesto a su compañero Aziz, mientras se cruzaba con algunos de sus compañeros que ya bajaban hacia el valle en dirección a sus casas, o aquella otra historia, cuando al anochecer de un día de marzo del año 2004, María -casada y con hijos- subía nerviosa con su amante para abrazarse torpemente con él entre aquellos muros de la antigua fortaleza árabe.
2 comentarios:
Buenos días.
Bonitas historias, y estoy seguro de que son totalmente reales.
Buenas noches.
Se echan de menos la foto y comentario del día.
Publicar un comentario