15 abril 2016

Esta fotografía es una tontería, un juego de impotencias; en realidad lo que me habría gustado es saber pintar esos nísperos iluminados por el sol de media mañana, con el agua de la acequia de fondo y las sombras de los racimos del fruto sobre la misma pared de la acequia. Haber podido dilucidar qué de lo que allí se me ofrecía era lo pictórico y qué no. En cambio, con la fotografía me lo traje todo, o sea, nada de lo esencial, porque en una imagen todo lo visible viene traído con la misma intensidad, o lo que es lo mismo, con la misma indiferencia. Una desgracia, pero es nuestro destino y al mismo tiempo nuestro castigo: mirar sin ver o, a lo sumo, ver sin crear.

2 comentarios:

palodaloda dijo...

Las acequias sin entubamientos, además de ser un regalo medioambiental, nos ofrecen estas bellas, delicadas y exquisitas imágenes que,en este caso, el gran fotógrafo JJ Ballester ha captado magistralmente.

Anónimo dijo...

Buenos días.

Bonita foto.