21 septiembre 2016


Estuve observándolo mientras recogía mis cosas y me ponía el casco de la moto. Ayudado de un trozo de hierro, no paraba de sacar papeles y cartones del contenedor y en un primer momento pensé: pobre hombre, cuántas capas hay que quitarse para llegar a esa actitud tan desinhibida para vivir. Pero cuando me fui alejando y lo perdí de vista, el pensamiento dejó de ser humano y se convirtió en natural. Ahora ya no me apiadaba de él, ahora lo veía como otro engranaje más del mundo y de la vida. Creemos que es el pensamiento lo que prevalece, pero no, hasta éste obedece a unas leyes y unos destinos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos días, aunque al parecer no para ese hombre.