15 septiembre 2016


Un día, de repente y sin que te des cuenta, te descubres enfrente, como uno más, como otro cualquiera de los que siempre habías mirado con distancia y con indiferencia, casi con pena. Ese día se convierte en extraño, te sientes triste y distanciado -como el primer día de colegio-, pero a partir de ese momento ya todo será distinto, o mejor dicho, será igual que siempre ha sido, solo que tu mirada, por fin, se habrá teñido de piedad, de resignación y de compañerismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Buenos? días.