23 octubre 2016

DISCANTUS


Estar en medio de la coral Discantus mientras ensayan una misa de Mozart impresiona. Al tiempo que se sitúan y comienzan a entonar las voces, todos son como tú, como cualquiera. Estás allí entre gentes que te saludan, te miran, se sonríen, guiñan sus ojos, bostezan..., pero en un momento determinado Ángel da la señal y todos se transforman. Entonces te das cuenta de que estás en medio de un sonido que te envuelve, un sonido que no es de nadie y que al mismo tiempo es de todos. A pesar de no entender absolutamente nada de música -de técnica musical, quiero decir-, uno se deja llevar, se eleva y flota en el aire al son de las notas acompasadas que vibran en aquel reducido recinto. Está claro que la música nació con el hombre, o mejor dicho, que define al hombre, como también está claro que no hay arte más primigenio que el compás. Y a partir de ahí, todo lo demás. Un lujo haber rastreado por unos momentos en ese fondo original. Gracias a todos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos días.