28 octubre 2016

JOSE Y MIRELLA




El viejo tronco centenario comienza a ser ninguneado. Cuando murió, quienes durante años pasamos por debajo de su inmensa copa lo sentimos muchísimo y desde entonces, al pasar junto a su cadáver, lo respetamos como se respeta el recuerdo de un amigo. Hace unos días, un tal Jose y una tal Mirella decidieron utilizar lo que de él queda para proclamar a los cuatro vientos su amor. Confieso que en un primer momento sentí rabia, pero después pensé que aquello era el mundo y que contra el paso del tiempo no hay remedio. Acaso cuando el viejo árbol murió, muchos nos estábamos muriendo con él y ese corazón de Jose y Mirella, en realidad está pintado sobre nuestras propias cenizas para que de nuevo renazca la vida. O quizá no. No sé.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días.

¿Qué es eso comparado con la destrucción de las ruínas de Palmira?

Juan Ballester dijo...

Pues depende de cómo lo mires. Es lo mismo: el hoy por el ayer.