A veces me pregunto por qué soy un solitario, si por destino o por soberbia, pero lo cierto es que llevo tantos años caminando solo, que hasta cuando paso junto a estos caminantes de hierro me siento acompañado. No me gusta la soledad, me entristece, pero, sin embargo, todo parece conducirme a ella sin remedio. Únicamente me queda el consuelo de pensar que no lo estoy porque, acaso, seamos muchos los solitarios.
1 comentario:
Buenos días.
Pero muchos, muchos.
Publicar un comentario