De repente, un día cualquiera, el día que menos lo esperabas, tu cuerpo te dice basta. Todo sucede muy rápido y casi no te das cuenta de nada entre trajines y llamadas, entre urgencias y diagnósticos. En esos momentos te dejas llevar y te notas como navegando sobre una corriente desconocida e incierta. Pero lo increíble de todo es que no sientes miedo; al contrario, te surge una extraña placidez, como una aceptación de la realidad acompañada también de cierta sensación de plenitud. (La imagen es del día 28 de noviembre de 2015).
1 comentario:
Buenos días por hoy y por ayer.
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