01 diciembre 2016


Alguien, un día, soñó con la eternidad y puso sobre la puerta de entrada las siglas de sus apellidos. Entonces, en aquel su presente, todo era real y duradero, todo estaba atado y bien atado. Pero, ¡ay!, el tiempo no era aquello que un día pensó; el tiempo vino a ser, en cambio, la negación de toda eternidad y de toda estabilidad y terminó por diluir aquellos sueños en la nada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días.

Luis Serrano dijo...

Un juego de palabras con dos lenguajes diferentes. El texto que habla de lo efímero y el visual que intenta eternizar un momento de la realidad. Un buen planteamiento estético con un byn con detalle y nitidez en las texturas y en todas sus zonas. Un abrazo