30 diciembre 2016




Eran el encanto del lugar, con su presencia elegante y misteriosa, sus colores verde plata y sus hojas cambiantes, barrocas... y, de repente, alguien las arranca, no se sabe con qué intención. Seguiremos pasando por el lugar, pero las echaremos de menos; eran nuestras cómplices, nuestra compañía, nuestro gozo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos días.

Para el que la ha arrancad, no.