28 enero 2017


A veces camino por la ciudad sin un porqué determinado, acaso sólo por sentirme en unos espacios que me sean familiares y como si al hacerlo estuviese sobrevolando no solo un lugar, sino también un tiempo concreto, mi tiempo. En esos paseos me hago acompañar de la imagen -¿qué otra compañía me resultaría más fácil y cercana?- y es ella la que me va contando, la que me va rebajando de aquellas alturas que seguramente no eran tales.

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