23 enero 2017


Es curioso: a veces tenemos la sensación de estar muy acompañados porque por todas partes nos llegan estímulos y reclamos pero, a poco que te analices, siempre estás solo, tremendamente solo. Es como si el mundo en el que te desenvuelves, o las gentes que te acompañan, no fueran nada más que mecanizados reflejos de tu propia soledad. Un día cualquiera te levantas y descubres que todo aquello que te sustentaba no existe, que solo eran sueños entrecruzados y fantasmagóricos estímulos de un ayer.

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