22 enero 2017


¡¡No me digáis que no es preciosa!! Sí, acaso sea su delicada textura, su tersura exacta, su densidad perfecta; o quizá sea su volumen equilibrado, sus justas y armónicas proporciones, su misma esencia con mezclas de alma y cuerpo, de vida y muerte; Y sin embargo, allí estaba ella, como una mierda cualquiera tirada en el suelo y dispuesta a asumir humildemente su baja condición y a cumplir con el duro destino que la vida le ha deparado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días.

Eres la segunda persona que conozco que hace arte de la mierda.

La primera fue uno que las metía en botes al vacío y las vendía.

Juan Ballester dijo...

Querido/a y leal amigo/a: la diferencia está en que yo no hago -ni pretendo hacer- arte con las mierdas, y mucho menos con la fotografía. Precisamente, lo que hago con la imagen es simplemente ayudarme a "contar" lo que veo. Y mierdas no faltan. ¿Suerte, desgracia? Si nos apiadamos de ellas y, sobre todo, nos ponemos a su altura, quizá dejemos de estigmatizarlas y desmontemos su conocido símbolo de ser algo peyorativo y de muy mala calidad.

Anónimo dijo...

Gracias por lo de amigo leal.

Mi comentario era irónico, pero hay que reconocer una cosa y es que no se puede demonizar a la mierda.

De hecho, gracias a que "todos" las expulsamos del cuerpo podemos conservar la salud.