Juan Pablo II en los altares. Y entonces se desmoronan todas aquellas metáforas cristianas que medio entendíamos. Una cara idealizada de San Prisciliano te hace pensar y hasta soñar; la realista cara del Papa Wojtyla a modo de figura de cera te conduce inevitablemente al rechazo.
1 comentario:
Buenas tardes.
¡A dónde vamos a llegar!
Publicar un comentario