16 marzo 2017


Después de casi veinte años de docencia, ayer di mi última clase en Criminología de la UMU. Otra etapa que se cierra, otro proyecto cumplido. Cuando al terminar la clase los alumnos me despedían con un aplauso, juro que sentí mucha emoción y agradecimiento, pero al quedarme solo en el ascensor no pude evitar oír también el terrible eco del olvido.

3 comentarios:

Pedro López Martínez dijo...

Ânimo, amigo! Cuando algo acaba es porque algo empieza.
Sobrecoge ese "terrible eco del olvido" encerrado al vacío en un ascensor.
Salud!

Anónimo dijo...

Buenos días.

Eso también se pasa y comenzarás a disfrutar de otras cosas.

AnaBLOGic dijo...

A una persona como tú... ¡nunca se le olvida! Feliz nueva etapa Juan.