Ahí yo ya tenía siete años. Recuerdo que un hombre joven que guiñaba el ojo nos sacó algunas fotos con su cámara. Veinte agostos después volví a la bahía y comprobé el efecto devastador de los residuos. Algunos de nosotros ya no estamos, o ya no somos los mismos, pero esa foto permanece como un instante incesante, en medio del agujero inmenso de la eternidad. Salud!
Ese es el gran mérito de la fotografía, que no te transmite una realidad nueva -como el arte-, pero, en cambio, te cuenta algo muy importante de aquella realidad gastada.
3 comentarios:
Ahí yo ya tenía siete años. Recuerdo que un hombre joven que guiñaba el ojo nos sacó algunas fotos con su cámara. Veinte agostos después volví a la bahía y comprobé el efecto devastador de los residuos. Algunos de nosotros ya no estamos, o ya no somos los mismos, pero esa foto permanece como un instante incesante, en medio del agujero inmenso de la eternidad.
Salud!
Buenos días a ti y a los que sigan remando.
Ese es el gran mérito de la fotografía, que no te transmite una realidad nueva -como el arte-, pero, en cambio, te cuenta algo muy importante de aquella realidad gastada.
Publicar un comentario