02 mayo 2017

Era un día de octubre de 1976 y un joven de provincias, con tan solo veintitrés años, llegaba a la lluviosa estación de Atocha con su Hasselblad recién comprada. En aquella época el joven fotógrafo aún se consideraba artista, pero al bajar del tren y ver esta escena, no tuvo más remedio que retenerla en uno de sus negativos 6x6. Posteriormente nunca la positivó, seguramente porque no era lo que él buscaba entonces; pero ahora, al volver a editarla pasados más de cuarenta años, piensa que, efectivamente, no fue un impulso artístico lo que le motivó para hacerla, sino el verdadero y más hondo sentido de lo fotográfico: "el impulso documental", o sea, la necesidad de contar lo que se vive. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos días.