¿Qué tiene, o mejor dicho, qué no tiene la realidad que nos aburre? ¿Cómo es posible que el hombre haya sucumbido ante una simple imagen de la misma? Claro, eso explica que en un curso que acabo de hacer en Barcelona sobre el proceso fotográfico, el docente del mismo, ante la radical diferencia que para mí representa el cuadro de Las Meninas frente a cualquier imagen, me respondiera: ¡¡Las Meninas también son imagen!!, confundiendo creación con construcción o, lo que es más grave, la imagen de algo, con ese algo.