Hace unos días llegó a nuestro buzón una carta manuscrita de unos amigos ingleses. Creo que hacía más de veinte años que esto no sucedía, con lo que nuestra sorpresa y nuestra alegría fueron inmensas. El solo hecho de abrirla, de sentarte a leerla detenidamente y sentir la textura del papel, de analizar la letra, su misma redacción... Era precioso todo. Precioso..., y triste al mismo tiempo, sabiendo que ya no es posible cruzar los Alpes en elefante.
1 comentario:
;uenas tardes,
A ver en qué empleamos ahora a los elefanres.
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