23 septiembre 2019

Hace unos días llegó a nuestro buzón una carta manuscrita de unos amigos ingleses. Creo que hacía más de veinte años que esto no sucedía, con lo que nuestra sorpresa y nuestra alegría fueron inmensas. El solo hecho de abrirla, de sentarte a leerla detenidamente y sentir la textura del papel, de analizar la letra, su misma redacción... Era precioso todo. Precioso..., y triste al mismo tiempo, sabiendo que ya no es posible cruzar los Alpes en elefante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

;uenas tardes,

A ver en qué empleamos ahora a los elefanres.