El sauce y el ciprés. Cuando a las puertas de la noche umbría dejando el prado y la floresta amenala tarde, melancólica y serena,su misterioso manto recogía, un macilento sauce se mecíapor dar alivio a su constante penay, en voz süave y de suspiros llena,al son del viento murmurar se oía: "¡Triste nací!... ¡Mas en el mundo moranseres felices que el penoso dueloy el llanto oculto y la tristeza ignoran!" Dijo, y sus ramas esparció en el suelo."¡Dichosos ¡ay! los que en la tierra lloran!"le contestó un ciprés, mirando al cielo. José Selgas
De niños cuando jugabamos en el jardin de Floridablanca nos reiamos porque al pie del busto el cartel dice "A Selgas" y el juego de palabras nos hacía gracia.
El tiempo tritura a los hombres y a su legado. En cuanto al alma, el alma es personal e intransferible, acabada la mirada, acabada el alma.
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3 comentarios:
El sauce y el ciprés.
Cuando a las puertas de la noche umbría
dejando el prado y la floresta amena
la tarde, melancólica y serena,
su misterioso manto recogía,
un macilento sauce se mecía
por dar alivio a su constante pena
y, en voz süave y de suspiros llena,
al son del viento murmurar se oía:
"¡Triste nací!... ¡Mas en el mundo moran
seres felices que el penoso duelo
y el llanto oculto y la tristeza ignoran!"
Dijo, y sus ramas esparció en el suelo.
"¡Dichosos ¡ay! los que en la tierra lloran!"
le contestó un ciprés, mirando al cielo.
José Selgas
De niños cuando jugabamos en el jardin de Floridablanca nos reiamos porque al pie del busto el cartel dice "A Selgas" y el juego de palabras nos hacía gracia.
El tiempo tritura a los hombres y a su legado. En cuanto al alma, el alma es personal e intransferible, acabada la mirada, acabada el alma.
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