21 abril 2010



El lunes pasado, en Sevilla, de nuevo Morante de la Puebla volvió a salvar el toreo, de nuevo volvió a justificar nuestra fe, de nuevo le devolvió un orden armónico al mundo.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

No es que no me guste Morante de la Puebla...!Es que no me gusta la "salvajada " por la que pasan los pobres toros!
Tendriamos que hacer, como quieren los Catalanes,!PROHIBIRLOS!

Anónimo dijo...

Por una vez estoy de acuerdo con los catalanes !NO A LAS CORRIDAS DE TOROS!

Anónimo dijo...

!!Vaya una perra que tenéis¡¡ ¿Y si prihibiéramos a los simplones?

Anónimo dijo...

Pues podria ser que TODOS nos fuéramos a hacer puñetas...¿no crees?.

Anónimo dijo...

!!Buenas tardes!!
Una persona es simplón por no gustarle lo toros??No entiendo nada.

Anónimo dijo...

No, una persona es simplona por guastarle las vacas

TOÑI dijo...

Tenemos el dia de los "anonimos",bueno tú feliz por crear polemica.¿Queremos un pais en lo que todo este prohibido?.Si tenemos una ley de divorcio,¿estamos todos obligados a divorciarnos?.NO,pues el que quiera toros que libremente pueda ir a la plaza,pueda ir a pasear,o pueda ir a misa, ser libre para todo.

Anónimo dijo...

!Pues que vivan las vacas...simplonas por supuesto!
Estas de acuerdo?

Anónimo dijo...

Prohibir que se torturen animales para disfrute de algunos ¿es perder libertad?... Insultar cuando no te gusta lo que dicen otros ¿es ser más libre?... El mismo rollo de siempre!

Anónimo dijo...

Aunque un poco tarde ahí va mi comentario.
Siempre he guardado silencio ante el debate de si toros-si o toros-no. He guardado silencio por la contradicción que experimentaba ante la admiración que sentía por determinadas personas que se consideraban amantes y defensores del toreo, de todo lo que de mágico, bello, espiritual se da en el buen arte de torear. Y por ese otro sentimiento grande que sentimos como personas ante la muerte de cualquier ser vivo.
Sí, yo también siento esos momentos que te “atrapan” ante determinadas faenas del toreo, como también me siento atrapada ante algo bello, auténtico, vivo: un cuadro, una escultura, flores, cualquier atardecer,…o amanecer, o cosas más humildes, como unos tomates –como decía R. Gaya-. Pero también me siento atrapada ante las muchas imágenes que nos han llegado y llegan de guerras, de los interminables desastres naturales que están sucediendo continuamente. Algunas de esas imágenes las encuentro bellas y horribles, y me hacen sentir más viva, más humana.
Si esa es mi naturaleza humana, mi sobrecogimiento ante la belleza, ante el fluir de las cosas sencillas y extremosas, ¿justificaría el desear, buscar, alentar el sacrificio de un animal ante la mirada expectante de multitud de personas que esperan el “como” del conocido e irremediable desenlace final?