El otro día, de vuelta en la moto, mi padre pensó que sería una buena idea agradeceros a todos el haber venido estos dos días a despediros de mi madre, y para abrazarnos a nosotros. Me cuesta escribir esto, no voy a engañar a nadie. Ahora, con el paso de los días, la vida es más difícil, poco a poco, te vas dando cuenta, cada vez más, de que ya no está. No sé cuantas veces he pensado que le tenía que decir esto o aquello. Imagino, y juraría, que esto os pasa a todos, todos pensamos todavía en ella como era antes, lo tenemos muy reciente, y todavía contesto, al teléfono "no soy Luci, soy Lucía".
En definitiva, solo quería daros las gracias de parte de todos nosotros, de mis tíos de mis primos, pero en especial, de mi padre. Agradecemos enormemente a todas las personas que pasaron unos minutos y horas con nosotros abrazándonos y repitiendo lo maravillosa persona que era mi madre.
La verdad es que no pude atender ni a la mitad de las personas que vinieron, porque fueron muchísimas, en la capilla no cabía nadie más, y el tanatorio estaba casi enteramente ocupado por nosotros. En la carta ya le conté a mi madre que había venido mucha gente, pero no sabía aún la gente que vendría al día siguiente, que fue muchísima. Estoy segura que diría "me sabe mal que hayáis venido, teníais que trabajar...", aunque por dentro se llenaría de orgullo.
Y como se lo prometí, le escribo lo que hago y le cuento lo que la gente quiere que le diga, puede parecer una tontería, pero es una manera de contarle todas esas cosas que me gustaría que supiera.
Muchas gracias a todos, absolutamente a todos, tanto los que pudisteis venir como los que os tuvisteis que quedar en casa, o en el trabajo, pero que lo sentíais igualmente. Gracias en mi nombre, en el de mi padre, en el de mi familia y seguro que en el de mi madre.

Lucía y Joaquín.

Esta tarde, a las 8.30, se celebra en la iglesia de Los Capuchinos de Murcia (Plaza Circular), una misa en recuerdo de Luci.