Se llama Andrés y va casi todos los días a buscar su dosis de nicotina al estanco de Vistabella. Ya está jubilado, pero fue funcionario del gobierno. Cuando le pedí que posara se lo pensó un instante -segúramente no encontraba una razón lógica para ello y le salió la desconfianza del cargo-, pero finalmente decidió aceptar su destino y mostrarse tal cual: en la mirada de su ojo izquierdo -el que vemos a la derecha- aparece el Andrés aquel, lejano, el Andrés que mira el pasado, mientras que en la del derecho aparece el hombre que todavía busca agradar. Y así, entre uno y otro ojo, andamos todos.
1 comentario:
¡Preciosa fotografía y preciosa reflexión!
Gracias
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