Vestida con el traje nacional huertano -sí, nacional, qué pasa-, o con lo que se ponga encima, nuestra Lucía siempre, siempre, llevará por dentro la humanidad de una diosa, de ahí que suela jugar con esos dos extremos: la limpidez de la distancia con el calor de su sangre.
3 comentarios:
Debería jugar con la limpidez de la cercanía, y el calor de mi sangre...
No me siento muy orgullosa de esto.
Dentro de poco, me tendréis por allí. Ayer o pensé.
Lucía.
¡Qué guapa está!
preciosa foto, preciosa Lucía
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