29 enero 2013

Trabajar o vivir en la calle les debe dar un instinto especial y deben moverse en un submundo impenetrable si no eres uno de ellos. Cuando pasé por Trapería y lo vi tocar oculté la cámara para intentar cogerlo desprevenido, pero me equivoqué, estaba pendiente de todo, como si fuese un gato. Desde luego no sé lo que fue y desconozco qué le pudo llamar la atención de mi comportamiento disimulado, pero lo cierto es que me caló y siguió mirándome desconfiado hasta que había pasado un buen trecho. Al volverme y hacerle la foto, ya estaba esperándome y, claro, me la montó. La verdad es que fue bonito el encuentro/desencuentro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre en el filo......