04 septiembre 2013

Pues sin pudor alguno y delante de todos estuvieron peleándose y discutiendo sin cesar: el marido, con los brazos en jarras, recriminaba a la mujer una cierta gandulería a la hora de cocinar y de arreglarse y ella, impasible ante los ataques de su compañero y más bien en tono displicente no cesaba de llamarle "calzonazos". Menudo numerito tuvimos que soportar para una playa tan decente y tradicional como la de Los Urrutias. Menos mal que siempre hay formas de superar la situación.

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