13 noviembre 2013

Ventana en una sala de juntas de los juzgados de violencia de género en Murcia. No hay nada más que una mesa grande con varias sillas y una ventana, ningún cuadro, ninguna decoración, la máxima sobriedad para poner marco a la máxima humillación de un ser humano: la violencia, tanto para el que la sufre como para el que la ejerce. Y estando allí, durante el rato que me dejaron solo, sólo pensaba en el miedo y la angustia que debían conocer esas paredes, tan sin sentido, tan sin salida.

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