27 diciembre 2013

Con cuánta ligereza los miramos y con qué facilidad los trivializamos simplemente porque no son nuestros, o acaso porque sabemos a lo que atañen, pero son mucho más, son lugares de despedida, de presencias, de recuerdos, son lugares sagrados porque allí mismo, algo real y vivo aún puede pisarse, mirarse o tocarse.

1 comentario:

Txema dijo...

Muy cierto, donde vivo, en Ginebra hay un lugar cerca del aeropuerto, que siempre tiene flores frescas. Un pequeño altar a un señor y un perro con una poesía y unas fotos. Lleva ahí por lo menos 5 años, pero nunca he visto a la persona que mantiene el santuario.
saludos
Txema