Pintado sobre una pared en un callejón de Valencia. Evidentemente es una mierda ¿no?; cualquiera puede ver -creo- que, efectivamente, esto es una pintura, pero que al mirarla te da entre risa y ternura, dependiendo de la sustancia psicológica que pueda tener su autor. Es muy posible que para él, o ella, como para su pareja y familiares -incluso para algún despistado viandante- pueda estar bien, pero si esta pintura tuviese un despliegue de medios favorables y el director de algún centro de arte contemporáneo la catalogase como el no va más de la expresividad urbana, ¿seguiría siendo una mierda? Pues eso, Miami.