En mi paseo mañanero por el monte, a la altura del convento franciscano, veo sobre el asfalto un brillo metálico y como unos brazos alzados llamándome la atención. Me agacho y compruebo que se trata del mecanismo de cierre de alguna botella, pero al mirarlo con detenimiento voy viéndole cada vez más cosas: una cabeza con bigote, gorra, un cuerpo... Claro, he tenido que hacerle la foto y parar de observarlo porque, al final, si no me habla él a mi termino hablándole yo a él. Cosas de la soledad.
1 comentario:
Buenos días.
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