Ventana que hay en la torre de la catedral de Murcia, junto al reloj. Hoy, desde allí, solo puede verse un triste y fracasado paisaje de edificios amontonados e impersonales, pero hubo un tiempo en el que desde esta ventana ovalada se divisaba todo el paisaje de huerta hasta los montículos de Espinardo. Cómo envidio a aquel hombre que durante un rato dejaba descansar su vista y su ánimo sobre aquella viva y palpitante planicie murciana.
2 comentarios:
Buenos días.
Que no volverá.
Me puedo imaginar esa huerta y sin duda sería una vista maravillosa; pero estar en la sala de los secretos y que de pronto se abra esa ventana a la ciudad, también debió de tener su encanto.
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