23 agosto 2018

Estaba subido en su pedestal observando a todo el que pasaba, pero esperé a que me mirara para tomar la foto. A partir de ahí, una pequeña bronca: ¿Para qué me haces una foto? ¡¡No quiero fotos, bórrala...!! El eterno problema de los que nos dedicamos a fotografiar la vida de las calles. ¿Qué hacer, qué actitud tomar frente a esa invasión de la intimidad que supone registrar la imagen de alguien? Personalmente las tomo y debo reconocer que es, quizá, lo que más me motiva; muchas veces es, precisamente, lo que le da la chispa a esa imagen: su propia actitud ante el hecho de haber sido sorprendido. Y a partir de ahí, Dios dirá...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buemas tardes.

¿Será de los que cree que le estás robando el alma?