14 noviembre 2019

Cada vez que veo unos membrillos y los fotografío me acuerdo de que no soy pintor. A lo sumo, claro, podré jugar a que lo soy, podré sentir que me atraen, disfrutar con sus texturas, sus colores, su presencia..., pero lo que no conseguiré nunca con mi imagen es la inmortalidad de aquella obra pictórica que habría deseado. Está claro, equivoqué mi camino, o más exactamente, mi naturaleza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos días.